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CRONICA MUY SERIA DE LA VISITA AL MAC

La hora acordada para reunirnos fue a las 10:00 am, en la plaza que esta frente al acceso principal del museo, que por cierto dicha plaza alberga un tipo de arte urbano: el graffiti, estos diseños coloridos le dan la bienvenida a los visitantes que llenos de expectativa, se van acercando a las puertas de la entrada, ubicadas en la fachada principal. Claramente puedo decir que el estilo arquitectónico del antiguo Aeropuerto Internacional de la Sabana, es predominantemente neocolonial que estuvo muy de moda en toda América Latina desde principios del siglo XX. Su diseño estuvo a cargo del arquitecto José Maria Barrantes en 1937. Recoge características de este estilo como muros blancos, volúmenes definidos, puertas y ventanas con molduras, arcos de medio punto, tejas, balcones con rejas forjadas y maderas talladas.

Para este momento se estaba proyectando el que seria el primer aeropuerto internacional de Costa Rica. En 1938 se inicio la construcción que estuvo a cargo del ingeniero Luís Paulino Jiménez y para el 7 de abril de 1940, se realizo el acto de inauguración. Hasta el año 1955 funciono como aeropuerto internacional, cuando los vuelos del exterior empezaron a utilizar la nueva sede de Alajuela; sin embargo los vuelos domésticos o internos siguieron utilizándolo hasta 1975.

Para 1970 se inicio con la transformación de la Sabana, que pretendía hacer un parque recreación y esparcimiento publico. Afortunadamente para todos los costarricenses, las autoridades gubernamentales estaban concientes del valor del edificio y de sus múltiples maravillas internas, así que decidieron brindarle al Museo de Arte Costarricense (MAC) esta sede y buscar conservarlo y que su uso y disfrute estuviera destinado a los costarricenses. La restauración y remodelación estuvo a cargo de los arquitectos Jorge Bertheau y Edgar Brenes. Estas obras terminaron el 3 de abril de 1978, año de la inauguración del edificio en su nueva fase de museo.

Tan pronto entramos, inmediatamente llama mi atención los detalles de las maderas talladas como el del recibidor de la recepción y sobre este una estantería que contenía algunos libros a la venta de artistas nacionales que de seguro iba a ojear a la salida.

Los empleados nos reciben cordialmente y nos indican por donde debemos empezar ya que el recorrido se encuentra organizado cronológicamente, no sin antes recordarnos que están a nuestra disposición para cualquier consulta que tuviéramos.

Con forme avanzábamos, la profe, nos comentaba acerca de algunas de las modificaciones que se hicieron en la transformación, como por ejemplo algunas ventanas gemeladas que se encontraban en la fachada principal que fueron cerradas debido a que esa parte seria, según la nueva distribución para el museo, una de las salas de exhibición y por lo tanto debían protegerse las obras de la luz solar.

Inmediatamente ingresamos a la primera sala de exhibición, que es un gran vestíbulo de forma rectangular, de doble altura, donde se puede encontrar alguna información y fotografías de tonos grises de la historia del edificio, desde sus inicios como terminal aérea y su transformación en la casa del MAC. Así como algunos panfletos de las primeras exposiciones en décadas pasadas. Cuando subo la mirada observo el pasillo de la segunda planta que se sustenta sobre unas bellas de ménsulas de madera tallada colocadas a unos 80 cm de distancia entre si, que rodean el por encima de nosotros esta área.

Las salas de exposición están tan bien estrechadas unas de otras que simplemente nos dejamos llevar por el encanto de lo que cuentan, historias patrias, historias de amor y dolor o filosofías de los distintos artistas, entre otros temas. Varias son las salas que se utilizan para exhibiciones temporales, que incluyen piezas estatales y privadas. El recorrido tiene uno de los momentos cumbre cuando llegamos al jardín de las esculturas y somos recibidos por la obra Imagen Cósmica de Jiménez Deredia que ya nos tiene acostumbrados a ese monumentalismo, que ya es parte de su estilo, que además, me entere que el diseño del jardín es también de el, y como si se tratase en realidad de una obra cósmica, las demás esculturas giran como en un sistema solar, alrededor de las gigantescas esferas que cuelgan del arco de mármol. El jardín, tiene zonas claramente definidas por el uso de las diferentes texturas como la piedra bola o piedra de río e incluso por el uso de la vegetación como barrera natural.

Desde el jardín se aprecia en lo alto las terrazas rodeadas de rejas forjadas. Así como el acceso principal al edificio desde la pista de aterrizaje rematado por esbeltas columnas salomónicas, herencia del estilo barroco al colonial. Este gran acceso era utilizado únicamente por grandes personalidades o delegaciones internacionales. A la derecha y bastante más discreta esta la puerta de acceso regular, por donde entraban la mayoría de los pasajeros pues ahí se encontraba la oficina de migración. Dicha puerta se encuentra ahora deshabilitada, como parte del replanteamiento que se le dio a la estructura para uso del MAC. Al lado izquierdo del jardín se hallaba la salida a pista de la sala de espera, que por su tamaño se podría concluir que el número de pasajeros que salían del país era pequeño.

De regreso al interior concluimos con el recorrido de la primera planta y subimos a la planta superior a través de unas gradas estrechas de madera oscura que rechinaban graciosamente. Una vez arriba pude detallar por fin el cielo artesonado de robustas vigas de madera tallada y comprender el detalle de los 3 tensores de hierro forjado amarrados por un aro de al menos 30 cm de diámetro que se encargaban de reducir la vibración producida por los aviones y que ahora exponen también, el trabajo que alguna vez realizaron.

Por medio de un portoncillo pequeño al lado de la circulación logramos salir a una de las grandes terrazas rodeadas con rejas forjadas y en donde se encontraba una torre alta y blanca. Hasta el momento concluyo que fue lo que se sigue llamando torre de control. Se me vino a la mente, algunas de las fotos a blanco y negro que se encuentran guindando del cielo artesonado donde muestra el aspecto del aeropuerto en sus años mosos y como la gente común y corriente podía ingresar a las terrazas a ver llegar y despegar aviones todo el día, si le daba la gana. O ser uno de esos, que vio desde ahí el desfile del antiguo ejército nacional al final de la revolución del 48. Se me acabaron rápido las imágenes, pues casi inmediatamente un tipo del museo nos dijo que el ingreso a las terrazas ya no era permitido, así que, un poco aguevados dimos media vuelta al tiempo que uno de los mas nobles estudiantes de la UACA le reclamaba al tipo del museo, que por ser nosotros estudiantes de arquitectura, debimos haber tenido una visita guiada por las instalaciones, los demás mientras tanto regresamos entre risa y burlas por el portoncillo, que por descuido alguno de los empleados había dejado abierto.

Continuamos hasta lo que parecía la entrada a otra sala de exhibición y cuando pasamos el buque de la puerta hubo un sobresalto de todos, pues las imágenes tridimensionales que veíamos en las cuatro paredes nos eran familiares a todos. Estábamos en el Salón Dorado, otro momento cumbre de la visita. Este se trataba de un cuarto reservado únicamente para eventos diplomáticos, un espacio para recibir de manera oficial a las personalidades internacionales que llegaban a Costa Rica. Sobre las paredes se encuentra un bajo relieve de yeso, tallado y pintado en color bronce. En un área de 150 metros cuadrados se narra por medio de pasajes destacados la historia de nuestro país, desde los tiempos precolombinos hasta 1940, cuando se concluyo la obra, que estuvo a cargo de Luís Feron Parizot, quien fue escultor y orfebre francés radicado en Costa Rica. Rafael Lucas Rodríguez Caballero alumno y amigo de Feron, colaboro con los dibujos de animales y plantas característicos de la región. Este aposento alberga unos de los tesoros artísticos más valiosos del museo. De regreso tuvimos la oportunidad de ver 1 o 2 vitrales originales de la obra que aun se conservan en su lugar.

La profe Margarita ampliaba con algunos datos mas, mientras llegamos de nuevo donde habíamos iniciado la visita, luego de dar el debido agradecimiento a la gente del museo y celebrar la vuelta al MAC como una buena idea, para muchos resulto inspiradora, reveladora o simplemente una distracción. Faltaban entonces como 30 minutos para el medio día…calabaza calabaza, cada quien para su casa.

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