Paso hace 20 años aproximádamente. Ese día, me desperté en la casa del único novio que le conocí a mi mamá. Eran días felices para nosotros. Era de mañana y me alistaba para ir a la escuela. Todavía recuerdo la noticia en el televisor, hablaban de un muro, de Alemania, de la URSS, de la perestroika. La noticia volaba por las ventanas de los barrios camino a la escuela. Intentaron explicarme, igual no entendí. Mi mamá, amablemente me dijo que un niño no tenia que preocuparse por las cosas de los grandes. Así que volví a la idea que me consumía en ese momento. Tercer grado estaba a punto de terminar y las vacaciones cada vez estaban mas cerca.
Para ese momento, mi cerebro de 9 años, no comprendía lo que había pasado, la importancia que un hombre, Gorbachov, tuvo en la destrucción de un muro que durante años dividió de todas las maneras posibles a un pueblo. Él entendió que estaba mal e hizo algo al respecto, botó el muro, botó la barrera, botó el obstáculo. Yo quiero mi Gorbachov.
Años después, escuche un disco " The Wall" y asimile en las palabras de Waters y Gilmour que los muros existen tambien en la mente y que al igual que el muro de Berlín, los muros de la mente deben ser derribados para buscar libertad. Yo quiero mi Gorbachov.
Veinte años después de esa mañana, soy yo, el que esta ahora en una batalla, queriendo botar mis muros, para traer todos mis pensamientos al mismo lugar. Dejar ese punto de cansancio de mi mismo, dejar ese punto de autosaboteo. Quiero que mis muros caigan, yo quiero mi Gorbachov.
Gorbachov...jajaja, me lo imagino como una pastilla con forma de martillo y cincel. Las fórmulas mágicas no funcionan.
Aquí están, todos los tenemos, ¿ como los botamos ?
¿ Quién más quiere uno ?
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